domingo, 20 de noviembre de 2011

Epílogo

La Carta

Fue una noche cercana a la guerra cuando Fraentos tuvo una visión. Había visto el final de Ismantos, pero además, vio una criatura. Era una recién nacida rodeada de un aura especial. Era la criatura que marcaría la diferencia, la que haría que su sacrificio no fuese en vano. Sabía que la criatura debía ser avisada, incluso aunque Fraentos ya no estuviese para encontrarla. Por lo que se acercó a una mensa, en un cuarto a solas, y comenzó a escribir.

Si estás leyendo esta carta, entonces mi visión fue correcta. Para cuando esta carta sea encontrada, yo estaré apresado por Osaldras. Seguramente conozcas al Señor de las Sombras, quizá ya sea el soberano de la Tierra.
No me pondré a describirte como sucedió todo, pues aprenderás con el tiempo la historia de Los hijos de las Lágrimas. Tú eres la Hija de la Lágrima de la Luz. ¿Has sentido acaso que aún en las situaciones más oscuras, siempre encuentras la luz que te indica una salida? Bueno, ya sabes porqué. Brillas, no importa donde estés.
Mira bien, Hija de la Luz, porque de que entiendas las señales depende la vida de muchos. Mi fuerza flaquea poco a poco, pero aún puedes contar con tus hermanos. Búscalos y libéralos de la maldición de Osaldras.
Poco tiempo me queda para seguir narrando tu destino, aunque poco sé de él. El ejército enemigo se acerca veloz. Busca a Neo, mi Gran General, él se encontrará cuidando a mi gente cuando yo no esté. Buena suerte… Mariel.
Fraentos.

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